lunes, 9 de junio de 2014

Pedazo de nada.



Un pedazo de nada
escondido tras los jirones de una piel,
una llama apagada,
de alguien al que su luz se le fue.

¿Quién crees que eres?
¿qué crees que tienes?
¿qué mereces?
Y el eco le susurró al oído "nada".

Si se te ocurre buscar una sonrisa que te siga,
una ilusión que te abrace,
una cadencia que no se marchite,
vuelve a dormir y sueña.

Dejaste que te arrancaran las alas,
nada más nacer
dejaste que tu corazón se quebrase
como el trino que no fue.

¿Qué te falta para convertirte en piedra?
¿Cuántas decepciones puedes soportar?
Quizá sea cierto eso,
de que cada uno deba estar donde está,
y quizá...quizá...

Y ya no sabes dónde marchar.

miércoles, 4 de junio de 2014

Fariseos y farsantes.



 Fariseos y farsantes, los hay en todas partes,
 jugadores de tiempo perdido
 y de espacios que quiebran las horas.

 Personas sin personalidad que dejan atrás lo dicho,
 y que por miedo a enfrentarse con la realidad,
 huyen perdiendo todo el sentido.

 Ahora te recalcas en tu propio personaje de ficción,
 que decías que eras reforzándote a ti mismo de sol a sol,
  y tan solo eres una copia de todos los demás,
  tan solo una imagen que hace aguas si se te sabe mirar.

  Construyes catedrales hechas de falsos ladrillos,
  y alardeas usando de cuando en cuando el victimismo,
  crees que tienes el don de la palabra, y la palabra no sabes usar.
 
   Crees que es más importante la opinión y el que dirán.
   Yo me miraría muy dentro y buscaría quizá alguna solución,
   donde encontrarme más sentido que una bandera y una acción.
 
   Yo me miraria muy dentro y me construiría mi propio yo,
    sin vendas, ni chorradas, ni cobardías,
   un yo de puro corazón.

  El miedo es la excusa de los que no saben usar la razón.

 

lunes, 2 de junio de 2014

La ladrona de instantes.



El humo de aquel cigarrillo que jamás se consumía reveló su posición. Tras una intensa calada el denso humo bailoteo por entre las gotas de intensa lluvia que se arremolinaban a su alrededor, sin embargo, esa lluvia era parte de aquel teatro que la ladrona de instantes había construido para si.
    Ella había conocido a multitud de personas y las había llevado al lugar donde los recuerdos se hacían mágicos. Había escuchado a la más honda de las tristezas y había escuchado la risa pura que proviene tan solo de los momentos más felices. Conocía la ansiedad y la depresión, la negación, la ira, el amor. Había vivido tantos momentos y solucionado tantos otros con su presencia que lo más seguro es que ella habitase en la memoria de multitud de personas.
Había probado el sabor de lo absurdo, y el dolor de una despedida, y tras muchos instantes la irremediable distancia que construía.
            Quizá penséis que la que huía era la ladrona, que tras probar el sabor de tantos momentos temía que la rompiesen y por eso se marchaba, que en realidad tenía la capacidad de ver a los corazones tan solo mirando a los ojos y que en el fondo solo sentía miedo.
          La verdad es que la ladrona tenía una gran intuición y pocos eran sus elegidos ya solo fuera para un instante, cinco minutos, unas horas, un mes o incluso años. Cuando la ladrona se sentía atraída por un alma era por algo y se dejaba llevar para ver que ocurría, le encantaba verse en los ojos ajenos y sentir la magia de unos instantes que sabía que al final serían únicos y se quedarían grabados en su memoria, esos momentos incompartibles que calientan el corazón e iluminan la mirada.  El problema era  ,para la ladrona, que le resultaba muy difícil confiar en los demás, y cuando eso ocurría porque le salía instintivamente intentaba crear un lazo que fuera para siempre, pero claro, un para siempre es mucho tiempo, y al final por unas cosas u otras, sin pensar en los culpables, la ladrona terminaba desapareciendo.

Y es que la ladrona de instantes, quizá no fuera una ladrona, quizá era más bien una loca con deseos de eternidad.